lunes, 31 de agosto de 2015



Sobre Jairo Robinson.

 
Existen obras que nos envuelven y llevan a descubrir los pasos que siguió el artista para lograr lo que exhibe. Quizá, en el lenguaje implícito de la pintura abstracta, esta búsqueda nos permite una interpretación más personal de lo que se observa. ¿Qué hay detrás de lo que se puede ver?

Con el metódico trazo de su geometría, Jairo Robinson esconde la pureza de la mancha con que inicia sus pinturas. Construye una composición paciente que recubre, capa tras capa, la espontaneidad del dibujo inicial. Y se permite lograr, en cada nueva línea que antepone a la anterior y en cada cuadrado que envuelve al espacio, cicatrices que dan forma a un nuevo lenguaje. Transformando, incluso sin ocultar lo que quedó debajo, el origen mismo de la expresión.

Y es en esta transformación constante, aquella que brinda estructura al caos, en que nace la identidad de sus pinturas. En su trabajo, cada nueva capa convierte la naturaleza del resultado final, pero sin que ello niegue el origen al cual se debe. En un proceso que rememora, acaso, a la vida misma.

 Por ello, seguramente, el artista llama de manera acertada “Construcciones” a sus obras. Pues son el resultado de cambios constantes en el desarrollo de cada composición.

Así, en el trabajo de Jairo Robinson converge la ortodoxia de la abstracción geométrica en su forma más pura. Pudiendo encontrar en su pincel un acto deferente a la complejidad de las composiciones de Maria Elena Vieira da Silva, al movimiento de Jesús Soto o a los homenajes de Josef Albers. Todo esto presente en la identidad de una pintura que, respetuosa de sus maestros, crea un lenguaje original y de firma diferenciada.

Es decir, la geometría creada por este artista responde a las concepciones de sus antecesores pero sin por ello depender de su influencia. Logrando, así, una conversación sublime que en el arte solo puede ser conseguida ante una obra perpetua.

Alek Brcic Bello




 

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