Cuando el sol cesa en sus funciones y es recluido por los hombres fuertes en la obra teatral Victoria sobre el sol de Matiushin, Kruchonij y Malevich, es cuando asistimos al nacimiento también del nuevo sistema que se sustenta en las matrices universales de todo: el circulo , la cruz y el cuadrado. Religión pura y visión cósmica totalitaria que no deja de filtrar una pequeña senda de esperanza religiosa en el camino del hombre. Es así como la abstracción geométrica puede ser el inicio y el fin a la vez. Un gobierno visual absolutista que nos brinda la libertad de ver el mundo tal como es.
Negros horizontes y complejas ramificaciones pueblan su pintura: pienso que no deja de ser esperanzadora su visión del mundo ya que guarda una seria ventaja por sobre los que somos pintores figurativos: y es que la libertad total radica en la separación de la realidad, la realidad que falsamente vemos con nuestros fallidos ojos.
Jairo Robinson es instintivo y extrañamente calculador a la vez, al inicio se veía forzado a emplear un boceto o maqueta previa a la composición definitiva, ahora, haciendo gala de una capacidad sorprendente para componer, termina poblando sus lienzos de una multitud de planos de coloración mas bien oscura y cortante.
Un cierto hermetismo nos lleva a pensar en una pintura de tintes más intelectuales y difíciles, pudiendo de repente alejar al espectador de una contemplación mas espontanea.
Como toda pintura de corte no figurativo, demanda un poco mas de atención ya que las pulsiones nerviosas vienen con el primer impacto visual.
Horizonte rojo es una emblemática composición dentro de su producción en la que vemos como una muy delgada franja roja divide, como un navajazo, la obra en dos partes dispares, dejando ver un poco las vísceras del cuadro y haciendo que el fino hilo rojo se convierta en el anuncio de un camino. Y una vez más, se me viene a la cabeza una obra, figurativa mas bien, de Kasimir Malevich, un pequeño cuadro titulado los jinetes rojos, en la que el conjunto de jinetes se muestra como el camino a seguir, los portadores del nuevo sistema. En horizonte rojo no cambia el tema, es la parte central la que se va iluminando con la presencia del hilo de sangre que divide la composición, rastros de una batalla más bien pictórica que deja todo el conjunto congelado en el tiempo.
Es natural que el espectador asocie ciertas concepciones abstractas con el mundo visible simple y a esto también contribuye el que el artista mismo titule parte de su obra con motivos del mundo exterior. Vistas a vuelo de pájaro, grandes construcciones imaginarias, bosques herméticos y andamios negros unos tras otros, Robinson no deja de jugar con el espectador, y en ese sentido, a veces no deja ningún punto de inicio dentro de su obra titulando con silenciosos códigos numéricos también parte de su trabajo.
Negros códigos que registran como a cadáveres en un deposito a muchas de sus vistas imaginarias, códigos de catástrofes o simplemente códigos cronológicos que dotan de una secuencialidad lógica a su producción pictórica, el dominio del negro por sobre todos los colores nos devuelven al inicio de este texto: la victoria sobre el sol y la imposición de sus cortantes andamios negros frente a una luz que se va debilitando.
Y es así que el cuadrado, como plena invención humana gobierna en toda su magnitud multiplicándose miles de veces frente a nuestros ojos.
Estructuras pesadas que se van superponiendo una sobre otra y finos filamentos que invaden y asfixian el mundo visible. Este mundo oscuro y elegante al mismo tiempo es el que nos ofrece en sus cuadros Jairo Robinson, su personal victoria sobre el sol es la que crea un nuevo orden visual bastante sugerente ya que en la actualidad toda posición religiosa ha sido anulada.
El cuadrado flota en el infinito y vela al astro rey, los humanos le rinden culto y como en el cuadro, ciudad de cristal, del año 2010, congela el mundo natural hasta convertirlo en un templo gélido en donde todo rastro de vida ha sido velado.
Son así de gélidos los panoramas presentados por Robinson dentro de su producción, panoramas estériles en donde las líneas fracturan todo tipo de renacer, extensos epitafios oscuros en donde se reflejan nuestros rostros; y viene a mi memoria la costumbre del artista de encerrar parte de su producción en un marco con cristal, esta prisión no hace más que enfatizar el clima de frialdad en el conjunto y es ahí en donde el reflejo juega un papel interesante, el cuadro se convierte en nuestra jaula definitiva y como al astro rey, se nos prohíbe todo tipo de contacto con el mundo natural.
Jose Luis Carranza
Paris, diciembre del 2010.
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