jueves, 1 de abril de 2010

Homenaje a Renée Navarrete Risco



“Yo siempre di un todo, por ir en pos de nada dando sonrisas a cambio de dolor”

De: “Retrato” Poema de Renée Navarrete Risco

En tiempos en que muchos de los denominados artistas no pintan, no dibujan y ceden a facilismos tecnológicos aplaudidos y premiados incluso en los concursos de Pintura; en días en que las denominadas escuelas de arte inculcan a investigar, a teorizar, a conceptualizar a sus alumnos antes que a medir, que a proporcionar, antes que a enseñarles algo de Historia del Arte; se hace realmente perentoria la exhibición de una obra pictórica seria, con oficio, construcción y dedicación, como es la de Renée Navarrete Risco, pintora nacida en Chiclayo en 1906 y fallecida en Lima en 1999.

Inician estas palabras unos versos publicados de la artista, los que nos dan una pincelada de su carácter delicado y algo melancólico. Con apenas diecinueve años, habiéndose formado en Florencia, ya entonces recibía críticas halagüeñas de parte del medio italiano debido al inusitado nivel de madurez y profundidad de su talento. Su sensibilidad se evidencia en la ternura, compasión y sobretodo en la empatía que se percibe hacia sus modelos, aun en los cuadros de flores y paisajes. Sin embargo, donde su obra adquiere una fuerza y una magnitud notables es en el tratamiento de la figura humana, en especial en sus rotundos desnudos.


Espíritu poliforme, como lo definió Isaías Rivera, se intuye que su ser era más bien frágil y su emotividad absoluta. Lo externo tornaba a su persona sentirse mejor en soledad, manteniendo así un perfil bajo. Quizás por eso, ya en Lima y habiendo expuesto con Los Independientes en los cincuenta, Navarrete dejó de exhibir. Una pintora de su nivel, premiada más de una vez en Europa y que había recibido encargos de primerísima orden como retratar al Rey Victor III, se resistió a exhibir su trabajo. Quienes la conocieron afirman que sencillamente después de su última individual a mediados del s. XX, perdió el interés de exponer y que de algún modo se ensimismó en búsquedas pictóricas en sí mismas. Sólo Renée sabe a ciencia cierta la razón de ese, llamémosle, exilio interior.


En un intento sincero de redescubrir la valiosa obra de Renée Navarrete, doce pintores presentamos una obra cada uno a partir de trabajos específicos suyos. Algunos optaron por lo literal y otros por una interpretación más libre, pero todos trabajamos con responsabilidad dentro de las habilidades y carencias propias que forman lo que se suele llamar estilo. Este grupo coincide en la apuesta –casi al modo de una Resistencia- por la pintura y la mayoría hemos estado juntos en diversas exposiciones y proyectos en nuestro medio como en el exterior. Es así que, si bien la presente exhibición es un breviario de una obra extensa y de calidad que se debe mostrar pronto en una retrospectiva que permita apreciar su valor con toda justeza, es también la evidencia de que todavía existen pintores que dibujan y pintan persiguiendo valores pictóricos intemporales… Por más elemental que parezca esta afirmación, no lo es. Y es que hoy un artista es aun alguien que amarra piedras y las cuelga del techo, o deja morir de hambre a un perro en una sala de exposiciones y denomina a ese crimen como arte; debido a todo esto, los que elegimos a la Pintura como forma de expresión artística, tendríamos que empezar a evitar usar la palabra artistas para autodenominarnos y utilizar llanamente el término pintores; pues, mientras haya pintores, la Pintura prevalecerá.

La Pintura, la que se basta en sí misma, la que no es medio de nada, sino fin, es otra cosa. La excelente obra de la pintora Renée Navarrete Risco es una prueba diáfana de ello y se debe difundir.


IVÁN FERNÁNDEZ-DÁVILA
Lima, marzo de 2010

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